Y qué te pasa por la cabeza cuando ves que estás eligiendo continuamente sitios, no sólo porque te gusta el café o la comida que sirven, o porque es un local nuevo por conocer, sino porque es dónde entiendes y asumes que puedes estar.

A diario, cuando tienes la movilidad reducida y eres usuario de silla de ruedas, tienes unas necesidades concretas, por ejemplo, a la hora de usar el baño en un bar. 

Hubo una época en la que sólo entraba en determinados sitios dependiendo de que pudiera utilizar el baño o no, porque aunque parezca mentira, todavía hay muy pocos establecimientos hosteleros que tienen el baño adaptado. En concreto en la zona por la que me muevo yo, uno solamente.

Siempre he ido allí por una mezcla de sentimientos: por un lado por pensar que si necesitaba ir al baño era el único sitio donde podía ir, bastante obvio. Y por otro lado, por un espíritu reivindicativo que va mucho con mi personalidad peleona. Debo ir con cuidado con algunos temas porque el nivel de frustración puede ser importante y el tema de las barreras arquitectónicas es uno de ellos. 

Muchas veces aunque tengamos razón en el porqué, nos frustramos, ya que no podemos cambiar las cosas. 

Pues ahora muchas veces, prefiero no tener razón y vivir feliz.

También me he dado cuenta que puedo ir a cualquier sitio, y al margen, puedo pedir permiso para usar el baño del bar que lo tiene adaptado. Muy obvio pero era algo que antes no me planteaba ( los árboles no me dejaban ver el bosque ). Me parecía una derrota y aunque un poco lo es, puesto que sería maravilloso que todos los locales tuvieran el baño adaptado, prefiero no encerrarme en mi mismo y dar prioridad a disfrutar. 

Ahora cuando mis amigos me dicen “quedamos en tal sitio”, ya no me planteo lo del baño, con que no quede muy lejos de mi bar “adaptado” tema resuelto y ¡a disfrutar!.